Nuestro viaje comenzó como un escenario que podría describirse con la conciencia tranquila como una dificultad. Tony y yo, Nina, habíamos decidido dejar la constitución de nuestra empresa en Dubai y la emigración asociada a ella en manos de una agencia profesional. Al fin y al cabo, en aquel momento no estábamos familiarizados con las leyes y condiciones locales. Pero en lugar del esperado comienzo sin contratiempos de nuestra nueva etapa de la vida, nos encontramos de repente con una avalancha de problemas.
Nos aconsejaron mal, nos explotaron económicamente y, al final, muchas de las promesas que nos hicieron quedaron incumplidas. Incluso los visados para niños, necesarios para inscribirse en la guardería, no funcionaron como estaba previsto. Pasaron semanas y meses de espera e incertidumbre. Se produjeron multas por exceso de estancia. La agencia no encontró solución. Los funcionarios de las agencias a las que pedimos ayuda tampoco parecían saber lo que sus colegas hacían o decían antes.
Cada vez que llegábamos con un documento A previamente solicitado, nos encontrábamos con la necesidad de un documento B y C, información que nunca antes habían mencionado. Pero no nos rendimos. Seguimos adelante, tomamos cartas en el asunto y, tras largas semanas, por fin resolvimos el problema.